Por Martha Elba Torres Martínez
Junio 7 de 2024… De entrada, una disculpa sincera por esta ausencia involuntaria de un mes a causa de una cirugía no prevista.
Pero aquí estoy; estamos -16 millones de electores- digiriendo lo que pasó el domingo 2 de junio que por abrumadora mayoría de votantes y abstencionistas decidieron que México diera un salto pa´ tras de más de medio siglo y restituir el régimen de partido único que por 70 años impuso el Revolucionario Institucional.
Si. Ese PRI que el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, describiera en 1990 como la “dictadura perfecta”: un único partido -con sus rémoras, claro- que con todo el poder del Estado, siempre ganaba elecciones. Diez años después, se congratuló de la primera alternancia -Vicente Fox/2000-, y en 2019, en una visita a nuestro país, predijo que con gobierno de Andrés Manuel López Obrador podríamos regresar a esa etapa.
“México comenzaba a salir de esa ‘dictadura perfecta’, que al final no era tan perfecta, era bastante imperfecta para las mexicanas y mexicanos, y me temo muchísimo que el populismo que parece realmente la ideología del actual presidente de México, nos conduzca otra vez a la ‘dictadura perfecta'”, declaró el escritor en una conferencia en el Museo de Memoria y Tolerancia, de la Ciudad de México. No se equivocó.
México despertó el lunes 3 de junio en su total cotidianidad. Seguimos respirando el mismo aire -en la CDMX más contaminado-; agobiados por esta onda de calor y los incendios; sin agua, al grado que hay tope a compra de garrafones y no hay hielo en los Oxxos. El nocaut de la 4 no salvó a los sufragantes de la chinga del trabajo y la escuela; de las vueltas a las clínicas para surtir medicamentos y de los precios cada vez más altos. Todo sigue igual que los últimos seis años.
Otra vez, el crimen organizado se portó bien, aportó votos al triunfo de la 4 y sigue en lo suyo: el cobro de piso, secuestro y ejecuciones -promedio 80 por día-; el fin de semana de elecciones, 260 asesinatos. Las balas de los criminales cobraron la vida de 34 candidatos, la mayoría de Morena, y solo Xóchitl Gálvez se acuerda de ellos.
No se percibe aun, pero regresamos el unipartidismo como el que ejerció el viejo PRI; un sistema de partidos políticos en el que solo uno ejerce el predominio absoluto sobre la vida de un país, marginando al resto; el liderazgo esta a cargo de un solo hombre que es el presidente. Son los casos de China, Rusia, Corea del Norte, Cuba y Vietnam, o como Nicaragua y Venezuela. Pronto México aparecerá en esta lista disponible en la Wiki, pero con sus propias carácterísticas…
***
Pues ¿qué pasó el domingo 2 de junio?
La realidad es solo apariencias.
Fuimos 16 millones de mexicanas y mexicanos que vimos en este proceso la oportunidad de cambiar las cosas en el país porque no nos gusta lo que hemos visto estos seis años: 800 mil fallecidos por el mal manejo de la pandemia, 50 mil desaparecidos, 190 mil homicidios y feminicidios, entre ellos 13 mil bebés, niños y jóvenes. Pero pueden ser solo apariencias ante nuestros ojos porque 82 millones de electores no lo ven o no les importa.
Todo México y el mundo parecía expectante de lo que se pronosticaban como las elecciones más concurridas de la historia democrática por el número de cargos en disputa y los dos modelos de gobierno antagónicos. Pero era solo apariencia: 40 millones electores registrados en el padrón, nuevamente se negar a votar.
La “copiosa” participación terminó en 61 por ciento, por debajo de 63 por ciento en 2018. Claudia ganó con 35 millones, por Xóchitl votamos 16 millones y por Máynez 6 millones. Ojo, en el extranjero la votación fue más cerrada entre el primer y segundo lugar: 91 mil para la morenista y 86 mil para la opositora.
El triunfo de Claudia no sorprendió ni a la senadora hidalguense, pero tampoco se iba a rendir antes del partido ni se retiraría por default. Todos veíamos lo que queríamos ver. Apariencias de la realidad, digamos, real: 6 de cada 10 beneficiarios de programas sociales votaron por la 4, particularmente adultos mayores y becarios; el crimen organizado aportó su cuota de sus bases sociales y respondieron las estructuras administrativas del Gobierno Federal, de las estatales (23 entidades) y municipales con sus empleados y familias. La marea rosa fue también una apariencia.
Las elecciones para Congreso General sí shockearon a propios y extraños: las y los mexicanos nuevamente le extendieron su confianza a López Obrador hasta las cámaras de diputados y senadores para que siga haciendo y deshaciendo con el país, nuestras vidas y patrimonio.
Los primeros en reaccionar fueron los mercados financieros. La Bolsa de Valores se desplomó seis puntos y la fuga de capitales ha disparado el dólar a casi 18 pesos. La razón es evidente: el debilitamiento del Estado de Derecho, las políticas restrictivas y expropiatorias del estatismo; las reformas al Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos como el INE, TEPJF, INAI, COFECE y hasta el Coneval, pero que para el grueso de los electores ¿quién putas es todo y para que sirve?
Pero una variable extraña con que amanecimos el lunes 3 de junio, es esa especie de presidente “emérito” en que desde ese día, se asumió López Obrador. Y tiene razón, porque al final de cuentas, las elecciones -como dijo- era el referéndum a él y su forma de gobernar.
Por eso, con tres años de anticipación, decidió la candidatura e hizo campaña permanente desde la mañanera; por ser el Presidente, era el único que podía zurrarse en la misma Constitución, mandar a la tiznada a la Suprema Corte, al INE y magistrados electorales, golpear a la oposición hasta pulverizarla, como lo logró. Bueno, lo más importante, puso la lana vía apoyos sociales y a la campaña. Así que hay razones, por muy feo que suene, para que siga conduciendo personalmente su movimiento y supervise de la misma forma “su segundo piso”.
Esta columnista no ve a AMLO a partir del 1 de septiembre, tumbado en su hamaca y dictando un libro. “No aceptaré ningún cargo hacia adelante, ni nacional ni en el extranjero. No voy a participar en ningún evento -ni académico ni político- y no volveré a opinar sobre cuestiones políticas. No voy a tener comunicación con redes, voy a cancelar mi Twitter y mi Facebook, no voy a recibir a nadie que me planteé algo vinculado a política, se lo he dicho hasta a mis hijos, es un tema vedado. Yo ya estoy chocheando”.
¿Pero realmente no sucumbirá al banquete que tiene enfrente? Refuerza mi idea de presidente “emérito”, el contraste del columnista de Francisco Rodríguez en su “Índice Político”: Plutarco Elías Calles inició en la tercera década del siglo XX, la institucionalización de la Revolución Mexicana y para eso puso como presidentes a Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez. Ahora, desde 2018, López Obrador viene desinstitucionalizando al país para consolidar su “cuarta transformación” y por eso es Claudia…
***
Al que tocaba responder al nerviosismo de los mercados financieros, es desde luego al presidente saliente porque su mandato concluye hasta el 31 de octubre. Pero ¿que tenía que anunciar en la mañanera de este lunes, el primer nombramiento en el gabinete de Claudia, con Rogelio Ramírez de la O, su secretario de Hacienda? Ni el nombre ni el mensaje apaciguó a los inversores; apenas unos centavos de ganancia que se debió a la inyección de dólares al mercado para contener la subida, pero ayer nuevamente a unos centavos de tocar los 18 pesos.
En esa mañanera, Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación, le madrugó a la presidenta del INE, Guadalupe Tadeei, y declaró la mayoría constitucional de la 4, en la Cámara de Diputados y a un pelito, en el Senado de la República, ello, cuando aun ni comenzaba el cómputo definitivo en los 300 comités distritales. Es la primera señal de que el control de las elecciones en México regresarán a manos de Segob.
El segundo nombramiento, el enlace para la transición, si se lo dejó a Claudia, pero es un obradorista como todos los que la acompañarán. El único claudista de origen es Omar García, pero recordemos que el Presidente se lo vetó como candidato a la gobernatura capitalina. Entonces, ¿qué va a pasar cuando desde “La Chingada” le pidan algo o recomienden a alguien, sin pasar por el despacho de la Presidenta?
Aterrizo que seguiremos en la “cuarta transformación” con todas sus virtudes y defectos. Haiga sido como haiga sido, decía Felipe Calderón. Por los programas sociales, los votos de los generadores de violencia, la apatía y el conformismo de quienes piensan que ya no nos puede ir más mal. Pero solo son apariencias. Tal vez, porque la mayoría de los que votan ya se cansaron de la alternancia en el poder: el PAN gobernó dos sexenios y en 2012 le dio nuevamente chance al PRI; no resultó y en 2018 apostó por López Obrador que se renueva este 2024. De lo que resulte de una presidenta atada y dependiente a un caudillo tan fuerte y poderoso que solo ve a través de sus propios ojos, quien sabe si la 4 continúe más allá del 2030.
Pero todo es apariencias. Cada quien ve lo que quiere ver y a partir de ahí, interpretar la realidad.
Lo único que lamento de esta continuidad de la 4, es que todos los casos de corrupción de los hijos, parientes, colaboradores y amigos de López Obrador no serán investigados y menos sancionados. René Gavira, el chivo expiatorio del desfalco por 15 mil millones de pesos, estará un tiempo en prisión hasta que se olvide el caso; sin INAI, nunca sabremos cuánto realmente costaron las obras y cuánto se chingaron con el AIFA, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas. La transparencia y la rendición de cuentas pasarán a la historia. Como en los mejores tiempos del viejo PRI ahora con traje guinda.
El baño de sangre seguirá y la economía criminal dominando cada vez más territorio. Serán apariencias, porque no todos vemos la misma realidad…