Antonio TENORIO ADAME
Octubre 5 de 2024… La toma de protesta de Claudia Sheinbaum Pardo como Presidenta de México es punto de flexión de los diez días que conmovieron a México y en el que subyace un lapso entresueños de la memoria nacional.
Minorías y oposición son categorías diferentes.
En el periodo inicial del mes de octubre se parte del nacimiento del “Siervo de la Nación”, José Maria Morelos y se cierra con el ascenso al poder del primer Presidente de México, Guadalupe Victoria, el 10 de octubre de 1824.
En este lapso emergen, de manera continua, otras fechas grabadas por su trascendencia en la memoria de la nación, como son el 2 de octubre con el M68 y el día 4 respecto al Bicentenario de la Constitución federal de 1824.
El glosario nacional no se agota en el recuerdo de gratitud sino en la reflexión sucinta del ejercicio de la historia, como experiencia y evaluación de avances ante obstáculos y errores.
La modificación de fechas de la ceremonia de “toma de protesta” del inicio del ejercicio del periodo del gobierno presidencial para aproximarlo al momento electoral en el que define por voto libre y secreto del primer Presidente, don Guadalupe Victoria, como prueba irrebatible de la ruta de identidad.
En el primer día de labores del nuevo gobierno se pronunció la disculpa por el crimen de lesa humanidad cometido contra el movimiento estudiantil en Tlatelolco.
Como parte del examen crítico del pasado la violencia deja su huella en cortes históricos, donde se define la división del poder, en tal sentido el conflicto estudiantil se nutre en la raíz de defender la Constitución originaria de 1917, frente a la intervención de “marcartismo anticomunista” de Estados Unidos. El 68 fue también una lucha por la soberanía nacional.
Se pensaba en una revolución que comprometió a los jóvenes más valientes o radicales; no obstante, la frontera con EEUU permaneció sellada para ahogar después en la “guerra de las drogas”, en un mar de sangre y crímenes de Estado, desaparecidos, tumbas clandestinas, al México de la violencia heredada de la conquista hasta Ayotzinapa.
Con disculpa oficial se reconoce el derecho a la verdad y a la justicia, a la vez del compromiso de las autoridades a resolver los procesos pendientes y que no se vuelvan a repetir.
Mayorías sujetas a responsabilidad constitucional.
El 4 de octubre de 1824 se promulgó nuestra primera Constitución mexicana federal, el debate definitorio giró en la forma que la republica fuera, unitaria o federal, el voto fue por la segunda, luego se pasó a abordar el tema de la soberanía si correspondía a los estados o bien a la nación; en una tercera alternativa se consensuó que el principio de la soberanía recae en la nación, aunque también los estados son soberanos en todo lo que a su régimen interno concierne.
La Conmemoración de su Bicentenario fue disminuida por el corte sexenal, de tal manera que no tuvo una resonancia merecida, además de conflictos en curso que contradicen su vigencia como la inclusión de la Guardia Nacional en el Ejército, que su función más que militarizar la vida social crea un clima enrarecido sin saber dónde termina una función de seguridad civil y dónde empieza otra de seguridad nacional , dónde cruzan o separan. Si fuera incrementar militarismo equivale a pensar que su consecuencia sería disminuir el poder de los comandos armados.
Luego entonces, se tiene más fuerza militar con más violencia de comandos armados.
El 10 de octubre de 1824 Guadalupe Victoria tomó protesta como primer Presidente de México, al asumir la responsabilidad del Poder ejecutivo, se refirió al pleno del Congreso de la Unión en los términos siguientes:
“Un respeto santo y religioso a la voluntad de mis conciudadanos, me acercan este dia al santuario de las leyes, y sobre cogido de temor vacilo por los beneficios de mi patria, por las obligaciones a su bondad sin límites y por la tremenda consideración de que es llamado el último de los mexicanos al primero y más importante de los cargos públicos en una nación grande, ilustrada y poderosa”.
De vuelta al presente en la sesión del Congreso de toma de posesión, la primera Presidenta de la nación, Claudia Sheinbaum, se escuchó lo siguiente:
Con saludo a los Jefes de delegaciones de 105 países al enunciar primero a Lula da Silva, presidente de Brasil y cerrar con Jeremy Corvin parlamentario del Reino Unido, manifestó lo siguiente;
“Hace exactamente 19 años en este mismo recinto en un atropello a la libertad el jefe de Gobierno de entonces AMLO frente aquella legislatura pronunció un discurso que cimbró para siempre la lucha por la democracia en comparecencia frente al juicio del desafuero cuyo único propósito era el intento de un fraude anticipado”. Dijo: “ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia.
Hoy lo decimos con certeza y sin temor a equivocarnos. La historia y el pueblo lo ha juzgado: AMLO, uno de los grandes, el dirigente político más importante de la historia moderna, el presidente más querido solo comparable con Lázaro Cardenas.
El que inició y termina su mandato con más amor de su pueblo y para millones, aunque a él no le gusta que se lo digan, el mejor Presidente de México”.
El primer discurso presidencial se extendió como un programa de gobierno en la expectativa de un eje rector de continuidad que, a partir de este 1° de octubre, inicia el Segundo Piso de la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México y también, después de 200 años de la República y de 300 años de la Colonia, llegan todas las mujeres a conducir los destinos de la nación.
Para promulgación constitucional.
Una diferencia que salta a primera vista de ambas reflexiones es que en la primera se dimensiona al poder desde su legitimidad y se proyecta el compromiso, la responsabilidad publica del cargo y se refleja la individualidad reducida del sustentante elegido.
En el mensaje de la Presidenta de México se exalta el periodo antecesor a partir de su condición del acoso hasta su consagración de máxima admiración y “amor de su pueblo”. Así entonces, la fuente de legitimidad se ha trasladado al refrendo de la ofrenda popular.
Ante el inicio de un nuevo régimen de gobierno, cabe abrir la oportunidad del cambio que la variante realidad siempre impone.